jueves, 7 de mayo de 2009

EL MEJOR(PEOR)TRABAJO PARA UN FETICHISTA.

Me ha parecido oportuno rescatar hoy otro relato de la ya desaparecida revista SADO-MASO,concretamemte del nº3:espero que disfrutéis de su lectura.
"A LOS PIES DE LAS DAMAS"
>>Me llamo John Kelsey y soy dependiente de una elegante zapatería femenina en la calle 82 de Nueva York.Cuando empecé este trabajo,no tenía ninguna fijación especial por el pie de la mujer,pero,a lo largo de los años,desarollé,por deformación profesional,un fascinante interés,que hace que me excite a la vista de un pie bien formado en mis manos.Y a pesar de que he tenido muchos a mi alcance,mi timidez me perjudica.A menudo he deseado acariciarlos y besarlos,pero al tratarse de clientes,frías e impersonales,no se cómo pueden reaccionar.
A las damas viejas o feas las atiendo negligentemente,procurando despacharlas pronto.Con las jóvenes y atractivas,o con las que tienen pies particularmente bonitos,me demoro aposta,finjo lentitud,les ofrezco infinidad de modelos distintos y me complazco en calzarlas y descalzarlas personalmente,arrodillado a sus plantas.Me suda la frente y debo confesar que a veces he mojado el pantalón con mi líquido seminal.
Hasta que un día venturoso,ella entró en el establecimiento.Alta,rubia,sofisticada,de unos treinta años,olía a dinero y a clase.Habituada a ser mimada,complacida y con cierto aire levemente impertinente,de princesa hastiada.Me precipité a servirla no fuera que Clarence,el otro dependiente,se me adelantara,y ella notó mi ansiedad.Con señorial suficiencia,como si yo no fuese nadie,me indicó que quería cuatro o cinco pares de zapatos.De tacón alto,de vestir.Para fiestas,dijo.Me alegré porque eso me permitiría pasar más de media hora a sus pies,que intuía deliciosos,muy contenidos dentro de sus zapatos blancos.Para mi satisfacción,vi que no llevaba medias.
Reuní media docena de cajas y me arrodillé para descalzarla.Ella tendió graciosamente el pie,como si fuese algo normal y obligado de mis deberes,aunque muchas señoras rehusaban y se probaban por sí mismas.Cuando su zapato blanco se deslizó entre mis manos,emitió un chasquido como de corcho de botella de champán al salir.Un chasquido muy tenue,que me encantó.Yo estaba excitado como un toro,pero por fortuna ella no parecía darse cuenta.Observé su pie de diosa griega.Estaba recalentado y enrojecido muy levemente,pero en modo alguno sudado.Los zapatos con que había venido debían irle algo pequeños,eso era todo.Eran los pies más excitantes que había visto en mi vida.
No eran muy pequeños(un 39,me dijo,hay que tener en cuenta que era bastante alta),pero sí exquisitos,con un empeine bien hecho y unos dedos largos,de yemas regordetas,con las uñas cortas y esmaltadas de naranja.Por cierto que al sentirse libre del calzado movió los dedos con voluptuosidad,con alivio.Yo me moría por aspirar su aroma,pero me contuve.Cogí el zapato rojo,que quería probarle,con una mano y atenacé su divina planta con la otra.Me daba fiebre sentir la suavidad aterciopelada de su planta en la palma de mi mano.Ella entonces sí parecía percatarse,pues insinuó una casi imperceptible sonrisa coqueta.
Estas operaciones continuaron durante tres cuartos de hora.Ella se mostraba caprichosa,difícil de contentar,y creo que lo hacía adrede,para gozar más tiempo de mi total subyugación.Yo estaba enloquecido por la proximidad de sus pies,sin poder catarlos,y desempeñaba con torpeza inusual mi cometido.Se me caían las cajas,tropezaba.
En un determinado momento,sucedió.Ella miró precavida a derecha y a izquierda y,clavándome una mirada amable y fría,me dijo con todo el desparpajo del mundo:
-¿Tendría la bondad de masajearme un poco los pies?Los tengo muy cansados.
La situación era tan inaudita que me paralizó el terror y el deseo.
-Vamos,usted desea hacerlo(remachó en tono burlón y zalamero).
Ya lo creo que lo deseaba.Acaricié los pedestales de Venus con mimo y parsimonia de vicioso.Estaba a punto de eyacular.Al cabo de un rato,me colocó los dedos a un centímetro de la boca.
-También podría chupármelos.Es delicioso.
Cada vez más atónito y temiendo que me vieran,me dispuse a cumplir también ese capricho.No sentía vergüenza ni humillación,sólo placer.Pero entonces ella me apoyó toda la planta sobre la cara y,presionando,me hizo caer de culo entre cajas de zapatos.Se puso de pie,con risita irónica,señaló cuatro pares al azar y se dirigió a la caja,a pagar.Yo estaba estupefacto.Cuando le abrí la puerta de salida,me deslizó una tarjeta en la mano.
-Me encantan los lamepiés.Venga mañana a esta dirección,a las cinco.
Con la tarjeta en mis manos,como si fuese una joya,pensé en mi buena estrella y deseé que el día de mañana,ya hubiera llegado.>>
CATULO.

2 comentarios:

Lily dijo...

:) se lo voy a pasar a un amiga q tengo superfetichista de pies ejejej saludos :)

Li

Angeles dijo...

Hola Ama Sejmet; Vengo a invitarla a participar de Social BDSM. Una comunidad creadad para compartir nuestras experiencias y vivencias en el mundo del BDSM.

Si lo deseas, puedes registrarte y ver de que se trata.

Saludos

Dunkless

El sitio es: Social BDSM